Ser inocente hasta que se demuestre lo contrario no sólo es una frase, sino un derecho fundamental que todos tenemos como ciudadanos libres, aunque a veces la presunción de inocencia se convierta en presunción de culpabilidad. ¿Sabías que este derecho fue una conquista de la ilustración que figuró en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789?
Este derecho está reconocido en el artículo 24, apartado 2 “Todos tienen derecho a la presunción de inocencia” de la Constitución española de 1978. Y es que la “presunción de inocencia” se trata de un principio constitucional que ampara un derecho fundamental inviolable. Serán pues los fiscales y resto de acusaciones quienes se ocuparán de demostrar la culpabilidad del acusado.
Esto supone que todo ciudadano conserva su cualidad de inocente hasta que se demuestre lo contrario a través de un juicio que conserve todas las garantías establecidas por ley. A lo largo de la historia los ciudadanos han conseguido obtener este derecho, así como no declarar contra uno mismo ni a confesarse culpables, un hecho que garantiza que el proceso sea justo y con garantías procesales.